Público y privado: la fórmula que sí funciona

En el corazón de la Región de Tarapacá, el Liceo Bicentenario Minero de Alto Hospicio se ha convertido en un ejemplo nacional de cómo la colaboración entre el sector público y privado puede cambiar vidas. Lo que antes era un colegio estigmatizado y con bajo rendimiento, hoy figura en los primeros lugares de excelencia académica. Este cambio fue posible gracias a la alianza entre el SLEP Iquique, la Fundación Collahuasi y SNA Educa.

La transformación no fue solo académica. El nuevo modelo introdujo mejoras en la infraestructura, jornadas extendidas, apoyo psicosocial y un enfoque riguroso en la disciplina con altos estándares. El establecimiento dejó de ser una última opción para las familias y se convirtió en uno de los liceos más solicitados de la región. Hoy, sus estudiantes destacan en pruebas nacionales y acceden a universidades de prestigio.

El éxito del modelo radica en una gobernanza compartida. Mientras el Estado financia y regula, las fundaciones privadas aportan gestión educativa, orientación estratégica y alianzas con la industria. Esta sinergia permite respuestas más ágiles, mayor exigencia y programas enfocados en el desarrollo integral de los estudiantes.

Sin embargo, la sostenibilidad de esta fórmula depende año a año de la aprobación de una glosa presupuestaria en el Congreso. El debate no es solo económico, sino también ideológico: ¿debe permitirse que privados colaboren activamente en la educación pública? Para muchos, los resultados hablan por sí solos y merecen continuidad.

El caso de Alto Hospicio no solo debiera replicarse en otros territorios, sino también en otros rubros donde la eficiencia pública necesita el dinamismo del sector privado. Salud, vivienda, formación técnica y programas de reinserción social podrían beneficiarse de alianzas similares que, bien ejecutadas, pueden marcar un antes y un después para miles de personas.